Memoria. (algo de mis 21 a mis 23 casi 24)

Azul, aun más azul,
siempre intenso, y al final no puedo ver por el resplandor,
el reflejo de tu vida me ciega,
en momentos recuerdo que te envidio.

La memoria falla, dicen que con el paso del tiempo,
por la vejez,
mi memoria falla a mis 21 años,
borro momentos consumados, a veces simples retazos,
lo verdaderamente trágico es que no es un olvido conveniente,
por el contrario,
son los instantes que en un tiempo califiqué como positivos,
tal vez alegres,
y permanecen los que quisiera olvidar,
sacar;
Olvidé mi edad hace unos días y alegué con ímpetu que en este país existen registros de mi existencia desde hace 20,
si hubiese sido conveniente, debí haber dicho que solo tengo quizás 7 años,
sin exactitud,
creo que en todo el trayecto solo he conocido felicidad en cortos periodos que,
más o menos,
dan aquella cifra como total.

Así es, las partidas desconcertantes, las no tanto, sentimientos, heridas innumerables, acciones inmaduras, palabras dichas y escuchadas,… como me acuerdo,
el sufrimiento roba la inocencia de los débiles.

Enganchada a lo no enmendable,
las disculpas son inútiles,
las que vienen,
las que van.

Enojo, rabia, nudos de la cabeza a la garganta,
una estrechez de aire, que se comprime,
y el polvillo irrita los ojos,
y caen gotas de arrepentimiento, de rencor.

Odio,
palabra subestimada cada día por los labios que la repiten,
por el corazón que se marchita al sentirle,
entonces llega el miedo.
Agradezco el escapar la primera fase,
Miedo presente, miedo eterno,
Sin necesidad de lo primero.

Hay prisa, siempre la ha habido,
y es llevando la delantera que se evitan los malestares, marcharnos primero,
dejarle el imperio a otro.
Lo irreparable,
el sentimiento se queda,
eterno, infalible; el resto parte.

Y sin abrir los ojos solo está el deseo de despertar en otro lugar,
sentir otro sabor en la boca.

a.b.v.n.