Confesión de invierno.- 23/11/2008

Consuelo en el conocimiento de saberle,
Al menos eso tiene,
Que envidia, le tiene,
Le canta y le escribe por el alivio de saberle,
Que envidia, se inspira,
En el amor se inspira.

Consuelo le tiene,
Mientras envidio a Consuelo, escribo,
Para mí,
Porque no le sé,
No lo es,
No lo fue,
Ella le sabe,
yo no le puedo esperar,
he llorado,
Sucumbí en aquella noche,
Ya no le puedo esperar,
derramé el último deseo y afecto,
partieron del brazo de mi sábanas de rayas anchas,
en rojo, amarillo, y azul,
Es la última vez que le escribo,
le he llorado.


Al vencerse el plazo, el mío,
Cuidaste que no me revele,
Cuidaste que no me revele,
Cuidaste que me rompiese,
silenciosamente, me rompiese,
En veinte, en cincuenta, en mil,
en lo que quisieses, me rompiese,
Al hacerse nada mi razón,
Igual rompí mi afecto sin consultarle,
Deseé un consuelo,
una estela,
deseé por el bálsamo de su afecto,
Pero aquella noche he llorado,
he llorado,
Inmóvil en la estancia de lo pretendido,
he renunciado,
Con el puntapié de la suficiencia partió el afecto,
Bañado de su antítesis,
Le he borrado, igual que toda garantía creída,
fatuamente creída,
Para poder reclamarle,
he desistido,
en una noche.

Tachando las sinfonías que mi corazón le cantaba:
Todo por lágrimas contenidas,
Secuestradas,
Rescatadas en un anochecer perezoso,
Aletargado,
Sin ser siquiera merecedor de una de ellas;
siendo,
el sabor del mes en su paladar.

Le he escrito, una última.

a.b.v.n.