Enojos remachados cansan la inmediatez del despojo,
que la caricia ungida, me ha dolido;
penetrante tal que mis uñas desistieron prosperar,
como la humedad de mis labios,
que se abren sin ser botones de rosas, rojas, ni rosas rosas;
Cólera,
constante, cabalga junto a las manos delatadas,
hubiese hurgado mi nariz mejor,
un agravio de menores latitudes; tocando algo mío,
lo que sea, es mío;
que me pesa el cuerpo propio y el ajeno,
al arrastrar cadáver extranjero,
ajeno.
a.b.v.n.
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