Tus manos son dos nardos que mi boca
ensortija de besos. en tus manos,
transformose el manojo de mis penas
en manojos de cantos.
Cuando acarician mi cabeza negra
hay en mi frente pensamientos blancos.
Surgieron en el mar de mi agonía
y se tendieron a mi sueño náufrago.
Y no son manos consteladas -iris
de zafiros, diamantes y topacios-:
son manos que adornaron las virtudes
con las ásperas joyas del trabajo.
J. ORTA RUIZ
(1922)
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